El mundo sería más espontáneo, creativo y divertido.
También sería un completo caos.
No habría ningún concepto de puntualidad, la interrupción no se consideraría grosera y las buenas habilidades auditivas serían altamente apreciadas.
La mayor crisis que enfrentaría una nación sería la falta de eficiencia y la baja productividad. La gente propondría ideas brillantes de forma regular, pero la producción de artículos idénticos, o cualquier tipo de trabajo de la línea de ensamblaje, sería imposible. Muchos inventos brillantes quedarían a medio terminar.
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Si bien habrían eventos ecológicos y de limpieza de grupos y personas apasionadas por eliminar la contaminación, la mayoría de los espacios públicos y privados se verían desordenados, desorganizados, polvorientos e impuros. La gente olvidaría poner sus contenedores de basura, pero eso es discutible, porque nunca se puede estar seguro de cuándo van a llegar los recolectores de basura.