Creo que el estilo de crianza difiere de padre a padre. Si bien mis padres me brindaron lo mejor de la educación y los recursos, no estaban tan estresados por las pequeñas cosas como creo que está nuestra generación.
Las horas extraordinarias de crianza de los hijos se han vuelto más microgestibles y complejos, lo que está estresando tanto a los padres como a los niños. Desde la concepción hasta el final, prestamos demasiada atención a:
- Peso al nacer, tablas de crecimiento, excremento, vómito, fiebre.
- Lo que comen nuestros hijos (Personalmente, creo que la moderación es la clave en la que come de manera saludable la mayor parte del tiempo, pero derrocha dulces y postres aquí y allá)
- Su altura, peso, modales, niveles de lectura, puntajes en los exámenes.
- Compromiso en más actividades extra curriculares.
- Dando a los niños demasiadas opciones, lo que creo que los confunde a ellos y a los padres.
- La escuela en la que deberían entrar cuando crezcan.
Pienso que si bien el parente hoy en día está más comprometido que nunca en la vida de sus hijos, está actuando como una barrera en su crecimiento, independencia y comportamiento social. Estamos olvidando que la vida está destinada a ser disfrutada. Hay una prisa constante por asegurar el futuro y eso es sacrificar nuestra paz presente.
En este mundo acelerado, los padres tienden a olvidar que la vida está destinada a disfrutar y no pueden ofrecerles una vida perfecta para sus hijos. Los niños tendrían su propia cuota de luchas y desafíos.
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Pero como es más fácil decirlo que hacerlo, yo mismo tengo dificultades para dibujar esa línea y sigo haciendo todo lo anterior por mis hijos.