El número de matrimonios que terminan en divorcio es del 50%, aunque probablemente sea demasiado alto. Resulta que hay una serie de factores que reducen en gran medida las posibilidades de que su matrimonio termine en divorcio. Entre ellos:
- Esperando hasta los 25 años para casarse.
- Título universitario (algo de universidad es útil, pero no tanto)
- Asistiendo a la iglesia o sinagoga regularmente.
Las parejas con estos tres rasgos tienen una tasa de divorcio de menos del 10%.
Otros factores: mayor nivel de ingresos, padres que no se divorciaron, características comunes y, en especial, estatus socioeconómico.
Controversial: no convivir antes del matrimonio. Depende a quién le preguntes, pero hay una lógica para ello. La cohabitación funciona siempre que el cónyuge “satisfaga las necesidades de uno”, como un proveedor de telefonía celular. Estos arreglos se deshacen fácilmente. Si una persona aprende esa actitud de cohabitación y la lleva al matrimonio, puede reducir significativamente el nivel de compromiso y la fuerza de la unión.
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Una nota final: las estadísticas son estadísticas: ¡cada persona y relación es diferente y es posible que no siga ninguna tendencia estadística!