Esto sucede por varias razones:
- Tú mismo no estás seguro de lo que quieres.
- ¿Qué dirá la gente?
- A ti mismo te resulta extraño hablar de ello.
- Tienes miedo de malentendidos.
- Piensas demasiado en lugar de actuar.
De hecho, debes hablar exactamente lo que estás pensando. Porque, si no lo haces, siempre seguirás preocupándote y encontrando la forma correcta. Y, en realidad, no hay forma correcta ya que todos somos diferentes.
Y, ¿por qué molestarse en explicar? Primero, debe decir, y luego se le preguntará si es necesario.
¿No es que hablamos demasiado sobre la comprensión de lo que se dice y lo que no se dice también? Entonces nunca te preocupes por la explicación. Di lo que puedas. Esto hará que tus pensamientos salgan claramente.
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