Si mi compañero pensara que estaba haciendo trampa y luego “la venganza hizo trampa”, diría muchas cosas sobre nuestra relación:
- La comunicación se había roto por completo.
- Mi pareja no confiaba en mí.
- Mi compañero creía que la “venganza” es algo aceptable.
- A mi pareja no le importaba la ética, solo la teta para el tatuaje.
- No se puede confiar en mi pareja si ella cree que ha sido agredida.
- Mi compañero no discute las cosas importantes conmigo.
- Mi compañero es inseguro, sospechoso y paranoico.
En lo que a mí respecta, si así es como se ve nuestra relación, fue hace mucho tiempo. Demonios sí, me iría. Esa es una relación disfuncional, rota, enfermiza y nada bueno saldrá de ello. No solo me iba a ir, sino que también pasaba un tiempo reflexionando tranquilamente sobre cómo las habilidades de selección de mi compañero podrían haber salido tan mal, y tratar de encontrar formas de asegurarme de que nunca volvería a hacer una elección tan pobre en el futuro.