El comienzo de cada relación tiene típicamente dos fases muy definidas.
Primero, cuando acabas de empezar. Hay paz, finalmente estás con la persona que te gusta. Te bañas antes de cada cita, te ríes de bromas estúpidas y de todas esas pequeñas cosas que haces. En definitiva, pones tu mejor pie adelante.
Luego viene la siguiente fase, cuando los problemas comienzan a aparecer y comienzan las peleas. Cuando dos personas se unen para compartir sus vidas, los conflictos sucederán, tendrá diferentes ideologías, diferentes intereses, y comprenderá que no es un enemigo entre sí.
La clave es entender que cada lucha debe resolver un problema. Escucha pacientemente a la otra persona. Sea racional, intente y no eche una rabieta. Trate de entender el problema. Hable de esto con madurez, es importante que lo haga, no se limite a sentarse en los rincones opuestos y pretender estar herido. Haz un esfuerzo para que funcione. Hacer compromisos, no hacer sacrificios. El amor no es suficiente, debes trabajar todos los días para construir algo, incluso si se trata de una relación. Recuerda siempre cuánto amas a la otra persona. Antes de que la pelea se vuelva amarga, recuérdale a la otra persona cuánto te ama.
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