Un amigo pasó por esto. Un año y su matrimonio se parecía al Titanic.
Lo intentó todo, dentro de lo razonable, pero siempre era demasiado tarde.
Si ella se disculpaba, en lugar de aceptarlo, su marido lo usaba como munición para cortarla.
Ella fue a consejería individual para aprender nuevos patrones de relación. Ella cambió, pero él no estaba contento porque ella no era la persona con la que se había casado.
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Ella le rogó que fuera a un consejero matrimonial, lo cual hizo varias veces.
Cuando ella mencionó cosas de las que no estaba contenta, después de la sesión, él la bombardeó por avergonzarlo.
Si se sentaba tranquilamente, el terapeuta suponía que no tenía ninguna queja.
Así que cuando se fueron, la reprendió porque, obviamente, el terapeuta estaba de acuerdo en que era culpa suya.
Finalmente, se mudó a otra ciudad y le exigió que renunciara a su carrera profesional para seguirlo.
Ella sabiamente eligió dejarlo ir. Por sí mismo. Para encontrarse a sí mismo. Donde quiera que esté.
Hoy ella está sanando emocionalmente y sigue adelante.
No es porque está atrapado en la misma zanja. Con el mismo.
Y buscando encontrar a alguien especial que lo haga feliz.