Un beso une dos sexos opuestos en un intercambio de aromas, sabores, texturas, secretos y emociones. Nos besamos furtivamente, lascivamente, gentilmente, con timidez, con hambre y exuberante. Nos besamos a plena luz del día y en plena noche. Damos besos ceremoniales, besos cariñosos, besos al aire de Hollywood, besos de la muerte y, al menos en cuentos de hadas, picotazos que reviven princesas.
Es posible que los labios hayan evolucionado primero para la comida y luego se hayan aplicado al habla, pero al besar satisfacen diferentes tipos de hambre. En el cuerpo, un beso desencadena una cascada de mensajes neuronales y sustancias químicas que transmiten sensaciones táctiles, excitación sexual, sentimientos de cercanía, motivación e incluso euforia.