En primer lugar, nadie falla su matrimonio solo. Nunca es todo culpa suya o problema. Es una relación.
Y no hay dos relaciones iguales.
No hay razón para creer que un matrimonio fallido de alguna manera hace que un padre sea incapaz de ser un padre bueno, fuerte, comprensivo y útil para su hijo.
De hecho, muchas de las lecciones de la vida sirven para hacernos más sabios y comprensivos de las situaciones y problemas de otros.