Las malas experiencias hacen que sea más difícil para nosotros amarnos a nosotros mismos. Estamos programados, más bien condicionados para gustarnos más cuando el éxito sucede y odiarnos cuando nos encontramos con el fracaso.
A veces puede haber un impacto fisiológico de abuso prolongado, violencia o sexual. Este tipo de abuso prolongado puede convertir fácilmente cualquier amor propio en odio.
Tener enemigos es también una forma de auto odio. Si uno construye enemigos durante la vida, es muy difícil amarnos a nosotros mismos.
A algunas personas, nunca se les ha dicho que se amen, probablemente fueron compradas en un ambiente de amenaza y odio, esto es especialmente cierto en entornos de pobreza.
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Un exceso de mentalidad de “ser bueno” puede matar al amor propio. Si la educación se produce mediante el castigo, un niño puede desarrollar un patrón de auto odio que es difícil de cambiar al crecer.