Una relación sana no puede existir sin confianza. Si mi compañero me acusa repetidamente de hacer trampa cuando no lo soy, no hay confianza.
Puede que la ame hasta el fondo de mi corazón, pero eso no importa. No importa cómo me siento, la relación no es saludable. Si mi pareja no está dispuesta a trabajar en su inseguridad, se acabó.