El impacto psicológico de perder a un padre, a cualquier edad, puede ser abrumador. La “Pérdida de identidad” que usted describe refleja la conmovedora base de la autopercepción y la visión del mundo de una persona, que fueron moldeadas en gran parte por los padres. El sistema límbico y las emociones primitivas encadenan el vínculo del bebé con la figura paterna. A lo largo de los primeros años, es este “espejo” primario de los padres el que forma psicológicamente nuestra identidad. Incluso como adultos, nos vemos a nosotros mismos, en mayor o menor grado, en este “contexto paterno”. Por lo tanto, sentirse abandonado, huérfano, vulnerable y disminuido en su identidad es una reacción muy típica y temporal ante esta situación.
NOTA: Aquellos que tuvieron relaciones difíciles o problemáticas con un padre, pueden ingenuamente esperar sentir poca emoción, pérdida o arrepentimiento cuando un padre muere. Esto puede resultar en niveles muy complejos de aflicción a medida que resurgen viejos recuerdos, conflictos, ira y otras emociones.