Tengo dos hijos, una hija y un hijo. Cada uno indicaba que parecía gustarme más el otro. Lo cual no fue así. Los amo a ambos en igual medida.
Desde mi perspectiva, mi hijo creía que me gustaba más mi hija porque de alguna manera nos relacionábamos con mayor facilidad solo por la naturaleza de pertenecer al mismo género. Se sentía libre de venir a mí cuando algo la molestaba y hablaríamos a través de ello. Cuando preguntaba acerca de su día, conseguía todo, hasta el más mínimo detalle.
Cuando le hacía la misma pregunta a mi hijo, él solía proporcionar una respuesta monosilábica y obtener más información era como abrir una almeja con los dedos. Una vez me dijo que creía que me gustaba más porque ella y yo hablamos más. (Esto se resolvió fácilmente una vez que supe que se sentía más cómodo conversando si hacíamos una actividad juntos y la conversación no era el objetivo principal).
Mi hija pensó que me gustaba más mi hijo porque él y yo compartíamos muchos rasgos de personalidad similares, lo que significaba que había cosas compartidas entre nosotros, como encontrar las mismas cosas graciosas, que la hicieron sentir excluida.
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Dios mío, incluso contaban las uvas en sus platos a la hora del almuerzo, como si la cantidad fuera alguna medida de afecto materno. Cuando todo lo que hice fue agarrar un puñado y tirar uno en cada plato.
Me imagino que no soy el único padre que vio los vasos de jugo al nivel de los ojos para asegurar que ambos contenían la misma cantidad.