No fue un acto sino una serie de palabras que me cortaron peor que cualquier pelea en la que haya participado en mi vida de cuarenta y ocho años. Mi hija mayor Meredith (hoy dieciocho) dijo que “Ya no somos familia”.
Me han disparado, asaltado y en un maldito accidente automovilístico casi fatal en el pasado. Esas cinco palabras de ella mataron mi espíritu. ¡No desearía esto a nadie! Que Dios la perdone pero ella me mato