Considera esto :
Digamos que se le da un tema y se le pide que escriba sobre el tema. Intenta su mejor nivel, realiza toda la investigación requerida, mejora a diario y da lo mejor que puedas. Ha completado la escritura y vuelve a revisarla para comprobar si ha cometido algún error y también para rectificarla.
Ahora quieres que otra persona revise el escrito que has escrito. Di que se lo das a la otra persona y esa persona lo lee.
En el primer caso: la persona identifica sus errores, le informa y le pide a USTED que los rectifique. La persona te ayuda a hacerlo. Usted da sus sugerencias, ambos discuten y finalmente presentan la escritura.
En el segundo caso: la persona identifica sus errores. A la persona no parece gustarle su escritura. La persona lo cambia todo, lo modifica por completo y dice “He realizado los cambios necesarios”.
No hay originalidad en este escrito. La otra persona ha cambiado la estructura, las oraciones, todo lo relacionado con su escritura.
Lo único que permanece originalmente tuyo es el papel en el que escribiste y tu nombre al final. Todo lo demás se cambia.
Ahora, ¿llamarías a este escrito como tuyo más? ¿Dirías que lo has escrito? Lamentablemente no, ya no es TU escrito. Ni siquiera puedes identificar qué pensamiento tuyo está realmente en el papel.
Obviamente no querías esta “edición” en la escritura.
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De manera similar, cuando usted está en una relación, tiene que inclinarse, ajustarse y tomarla suavemente de manera tal que no pierda su originalidad. Si no se retiene nada de ‘TUYO’, ya no eres TÚ en ti mismo, es la otra persona.
Nos amamos más que nadie. Todos nosotros somos únicos. No te cambies por alguien más. Aprende a rectificar lo ‘malo’ en ti. No te cambies por alguien más. No solo comenzarás a odiar a la otra persona, también comenzarás a odiarte a ti mismo.