Di la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Y cual es la verdad Que vivamos en una cultura del miedo. Una cultura que tiene que permanecer vigilante ante amenazas perpetuas de agresores conocidos y (aún más aterradores) desconocidos.
No es una tarea fácil explicar a las mentes jóvenes impresionables por qué las personas que no conocen querrían hacerles daño. Pero esta es una lección que ningún padre quiere que su hijo aprenda de la manera más difícil. La honestidad es sin duda la mejor política.
Pero la honestidad es subjetiva ya que todos tenemos diferentes creencias honestas; nuestra vista y nuestro pensamiento son visualmente o están muy matizados por cualquier otra persona en el mundo.
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Educar a los niños sobre la amenaza terrorista global va mucho más allá de cómo y cuándo. Es el porqué ese es el punto de aprendizaje para jóvenes y adultos por igual. Para explicar, primero hay que entender.
Lo que los niños deben saber es explicar que todos los terroristas tienen una creencia fundamental de hacer daño. Un intento de incorporar factores tales como la raza, los antecedentes y la religión sin una comprensión adecuada de tales factores es peligroso y divisivo.
Mantenlo simple pero mantenlo real:
- hay gente mala en el mundo;
- pueden atacar en cualquier momento;
- los adultos sienten miedo tanto como los niños;
- Hay más bien en este mundo que mal;
- Las buenas personas se mantienen juntas en los malos tiempos.
Estas son las cosas que creo que los niños deberían haberles explicado para que estén al tanto de lo que podría pasar, pero saben que hay una comunidad más amplia a la que recurrir.
Explicar a los niños sobre tales amenazas globales y más ampliamente sobre su mortalidad es un mal necesario. Cualquier padre querría que su hijo sea educado con todas las herramientas necesarias para adaptarse y sobrevivir en este mundo. El planeta es demasiado grande para que vivamos en feliz ignorancia. Y no lo olvidemos: la verdad puede herir. Pero sin duda es la mejor manera de ir.