Tenemos algunos libros para niños desde mediados del siglo XIX. Presumiblemente son de mis tatarabuelos del lado de mi papá.
Aunque el papel se ha oscurecido con la edad y se ha vuelto un poco frágil, las cubiertas todavía están en buen estado y las ilustraciones en su interior son brillantes y hermosas. Los mantenemos escondidos de manera segura en papel y tela sin ácido. La próxima generación en mi familia tiene poco interés en tales antigüedades, lo que me deja con la tarea de encontrar un hogar para ellos algún día.