Mi abuelo y mi padre eran muy dictatoriales. Se aseguraron de obedecer a sus dogmas con abuso emocional y físico.
Especialmente mi padre, me exigía que lo amara y lo respetara con violencia.
Era egocéntrico y de mal genio, pero como es mi padre, todavía lo amaba.
Al crecer, hice mi mejor esfuerzo para que de alguna manera funcionara con él. Pero fue en vano.
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Todavía estoy traumatizada por esos viejos tiempos. Al igual que mi padre, tengo problemas de ira y luché contra la depresión durante mucho tiempo.
¿Cómo me siento con él ahora?
Yo lo respeto. Es bueno en los negocios y en el manejo de personas, es gracioso cómo es un padre tan malo.
Lo bueno es que me he vuelto fuerte y él ya no podía hacer las cosas que me hacía, al menos no físicamente.
Hubo momentos en que quiero buscar venganza, pero al final, no resuelve nada.