Sabemos más sobre nuestros hijos, su inteligencia o debilidad. Pero queremos que nuestros hijos mejoren cada vez más. Internamente podemos sentir que nuestros hijos son mejores que los demás. Pero cuando hablamos con nuestros hijos, les decimos que el niño del vecino se desempeña mejor para crear un espíritu de competencia, para que nuestro hijo mejore más rápido.
Ninguna persona abrirá su mente y dirá la verdad. Cada palabra que expresamos es una palabra para convencer a los demás. Este es un mundo comercial. La comerciabilidad es más importante que mirar su realidad. Cada palabra que decimos sobre nuestros hijos es una palabra para mejorarlo cada vez más, y no es una expresión de la verdad. Si alabamos a nuestros hijos, o alabamos a otros frente a él, es una expresión para un propósito. El propósito es traer un resultado a nuestro favor. Muy raramente tenemos que tomar las expresiones de otros en el valor facial. Primero evalúa el motivo de cada expresión y haz tu propio juicio.