Los niños carecen de poder económico, legal y (a menudo) físico. Sus padres tienen poderes sobre ellos que ningún adulto tiene sobre otro adulto (excepto quizás un director de prisión sobre un prisionero).
Pero los niños no son propiedad de sus padres, son personas con derechos. Su falta de poder significa que necesitan ser protegidos activamente de la manera que pocos adultos lo hacen.