No es “normal”, pero tampoco es extraño. Una gota de testosterona matará la libido, pero el trabajo o cualquier otro tipo de estrés también pueden hacerlo. Las condiciones médicas, como la diabetes o los problemas circulatorios, pueden conducir a una disfunción sexual que puede introducir su propia forma de estrés.
Vale la pena que vaya al médico para que lo revisen.