Lo primero – cálmate. Una actitud analítica (psicológica) madura puede ayudar mucho. En otras palabras, cuando te gritan, escucha atentamente, trata de entender cuál es el punto y lo que realmente les molesta. Pedir.
DESPUÉS de que haya comprendido por completo cuál es su problema, comience a hacerles preguntas sobre usted. Pregúnteles: “¿Qué edad crees que una niña debería poder tomar decisiones por sí misma?” “¿Cuándo es aceptable ignorar la privacidad de un niño?” “¿Qué crees que me está pasando?” “¿Cuánto de una relación quieres en el futuro?”
Estas preguntas deben ser formuladas profesionalmente y no personalmente. No te enojes por las respuestas (todavía). Ni siquiera des tu lado de la historia. Comprende dónde estás parado y tus padres pueden darse cuenta de sus errores sin que tengas que decir nada. En otras palabras, no tome decisiones inmediatas hasta que hayan tenido tiempo para pensar después de sus respuestas. Por lo general, es mejor hacer estas preguntas cuando todo está en calma (no durante una pelea). Tome notas si es necesario.
Una vez que sepa cuál es la historia real y completa, podrá tomar decisiones sobre su próximo paso. Luego, si lo desea, podrá decirles cuál es su versión de la historia y cuáles son sus decisiones.
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Desafortunadamente, tienes que ser el maduro en este caso.