La respuesta estándar parece ser: ‘Debe haber comunicación’.
Hubo mucha comunicación en mi matrimonio. (28 años de ello).
Tomó la forma de un silencio frío de piedra, reteniendo cortesías comunes, lenguaje corporal que hablaba volúmenes (negativos) y socavamientos no tan sutiles de la armonía y la paz.
En mi humilde opinión, la mayoría de los matrimonios fracasan porque el equilibrio de la comunicación (de uno o ambos socios) dice: “Quiero salir”.