Las estadísticas muestran que los fugitivos generalmente terminan en peores condiciones de las que huyeron; a menudo se quedan sin hogar y se convierten en víctimas de la violencia y el crimen, la adicción a las drogas y el tráfico de personas. Muchas veces regresan a sus hogares o son devueltos a su hogar por la policía y enfrentan condiciones de abuso aún peores que antes. En muy raras ocasiones, los fugitivos pueden organizar algún refugio seguro, pero pueden estar convirtiendo a sus anfitriones en accesorios de algún tipo de crimen.
Si está pensando en huir, le convendría encontrar y ponerse en contacto con una organización de línea telefónica de emergencia local o nacional. Pueden brindarle asistencia con alojamiento y comida, protección legal (por ejemplo, si está huyendo porque su tutor legal lo está abusando física o sexualmente, lo ayudarán a luchar para que lo devuelvan a ese entorno) y le brindarán servicios seguros y viables. Opciones que serán mejores que intentar arreglártelas por las calles.