Parece así desde la perspectiva occidental, porque son los que tienen los medios para llevar a cabo el proceso hasta su finalización. Pero la perspectiva en un país como Ucrania es la de un frenesí de alimentación multinacional y multigeneracional. Hombres asiáticos, árabes, sudamericanos, norteamericanos, hombres de toda Europa occidental, descienden a este país en masa, la mayoría entre 30 y 50 años, pero hay muchos más allá de esos parámetros. Su objetivo: dyevochki, zhenshini, niñas, mujeres. Y hay muchos esperando allí, esperando encontrar al príncipe internacional encantador, su oportunidad de la buena vida, su boleto de salida. Pero la mayoría de estos hombres o no tienen los medios, o no tienen el deseo de seguir adelante, y es por eso que han sido acusados con el apodo: Turistas sexuales.
Por supuesto, a raíz de estos emigrados forzados (o “mercenarios”, como son conocidos cariñosamente por las mujeres occidentales) ha surgido una industria artesanal para estafar a los Lotharios … así que es todo un circo.