(Ir en el anonimato por una razón que se aclarará en unas pocas líneas)
En lugar de decirte lo que haría, te diré lo que hicimos.
En primer lugar, nos educamos tanto como pudimos sobre lo que podríamos esperar. Incluso en la literatura, algunos prejuicios surgen claramente desde el principio: el mayor enemigo de una persona con síndrome de Down es el prejuicio (abierto o, peor aún, inconsciente) de las personas que lo rodean. Toda la literatura médica tratará sobre los peores escenarios y todos los problemas médicos que deberá tener en cuenta. Para un bebé, esto significará principalmente defectos cardíacos (VSD en particular) y problemas del tracto digestivo.
En segundo lugar, comenzamos a buscarle atención primaria especializada. Encontramos un pediatra local en el área cuyo hijo mayor tiene la condición y que realmente entiende las sutilezas del espectro.
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En tercer lugar, lo inscribimos en programas de inicio temprano y nos aseguramos de que obtendría terapia ocupacional y del habla lo antes posible. En nuestro estado (Washington) está completamente cubierto, pero incluso si no lo hubiera sido, lo habríamos pagado en lugar de saltearlo.
Cuarto y más importante, decidimos tratar su condición como trataríamos su color de cabello. Es uno de sus rasgos, no lo que lo define. No estamos reduciendo ninguno de nuestros estándares para él ni le estamos brindando ningún tipo de tratamiento especial solo por su condición genérica. Obtendrá algo especial solo si demuestra que lo necesita.
Esto, junto con el hecho de que hasta ahora solo las habilidades motoras se han quedado atrás, nos ha dado a un feliz niño de dieciocho meses que está perfectamente integrado en su clase de guardería y que los ojos sin entrenamiento no se distinguen de un niño normotipado.
Esta estrategia funcionó particularmente bien con los miembros mayores de nuestra familia extendida. Al conocerlo primero como el último nieto / pequeño nieto y luego notar sus habilidades, no le bajaron el listón o, lo que es peor, renunciaron inconscientemente a que lo tratara como un cretino.
Lo peor con él, hasta ahora, han sido los llamados especialistas. Las personas que trabajan con “niños con Down” y por lo tanto conocen la categoría. Son las más rápidas en encasillamiento y establecen expectativas bajas y en el modo paternalista, que es exactamente lo que no necesita.