¿Cómo te ha afectado la conversión a una fe diferente de uno de tu nacimiento?

Estoy seguro de que será una historia diferente para todos debido a variables externas como el entorno, el apoyo social y las creencias personales.

Para dar mi cuenta personal, nací y crecí católica. Me ofrecí como voluntario en la iglesia, dirijo clases para jóvenes y fui a estudios bíblicos. Pensé que hacía bien a los demás para que Dios hiciera el bien por mí. Cuando me uní al ejército, esta idea fue completamente destruida. Conocí a tipos en el servicio que usaban mujeres, mentían y se metían en problemas, pero todos los querían. Tenían una tonelada de mujeres aduladas a ellas, mentían para salir adelante en el trabajo, y aunque tenían problemas, el liderazgo se vería de otra manera. Uno de estos muchachos me dijo que no estaba recibiendo la atención que quería porque mi moral y mi fe me estaban frenando, así que renuncié a Dios.

Irónicamente, convertirme en ateo no me convirtió en la vida de la fiesta, ninguna mujer comenzó a perseguirme, ni tampoco me fue mejor en el trabajo. En cambio, se sentía como el mundo perdió su color. La gente me molestó en general porque pensé: “Todas las personas son una reacción química. Cuando alguien se siente triste o enojado, eso es solo químicos en su cerebro y electricidad. No siento empatía por otras reacciones químicas. No siento Lástima cuando un incendio muere o un interruptor de luz detiene el flujo de electricidad en un circuito. ¿Por qué debería preocuparme por alguien más? ”

Tuve la suerte de que Dios me sacó de esa apatía. Literalmente fui testigo de lo que creo que son milagros. Regresé a la Iglesia Católica y vi a todo el mundo como si estuviera transfigurado. Las personas ya no eran inútiles, estaban hechas a la imagen de Dios y cada persona estaba llena de un valor infinito. El Espíritu Santo me enseñó a disfrutar de mi vida en lugar de correr detrás de personas o tramando para obtener una cabeza. Y empecé a aprender a trabajar con Dios para cumplir su plan para mi vida en lugar de exigirle a Dios que fuera mi genio personal. Créeme, Cristo lo vale.

Gloria Patri, et Filio, et Spiritus Sancto