Hace unos días, recibí un mensaje de un hombre (no puedo revelar su identidad), donde me pedía un consejo.
Estaba casado y tenía una hija. Su padre murió hace mucho tiempo debido a una enfermedad, y su madre estaba viviendo con él, donde ella también sufría una enfermedad mental.
Debido a su enfermedad, se había vuelto irritante, donde siempre necesitaba cuidados adicionales. Su esposa era una mujer trabajadora, y ella no estaba en buenos términos con su madre. Hubo demasiadas disputas entre ellos, lo que hizo que se contactara conmigo.
Preguntó, ¿qué debo hacer?
- Tengo 16 años y quiero ser un gran jugador de bádminton, pero necesito un buen entrenador y el apoyo de mis padres, ya que no tengo ninguno. ¿Qué tengo que hacer?
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- ¿Debería divorciarse de mi esposa?
- O, debo enviar a mi madre a mi ciudad natal. ¿Dónde vivirá ella sola?
Ahora, nadie le pidió que eligiera. Fue la demanda de la situación, donde llegó a la conclusión de que tendrá que abandonar una.
Le dije que lo pensara dos veces y le di la siguiente explicación:
Caso 1: Divorcio.
Dejar el amor de su vida es bastante difícil. Además, no puede divorciarse de alguien que es la madre de su hijo.
La crianza de los hijos no es fácil, y usted no puede esperar criar a su hija por su cuenta donde su madre también está sufriendo.
Tu hija, tu vida y tu esposa, todos sufrirán por el divorcio. Y a cambio, ¿qué obtendrás?
Nada.
Caso 2: Abandona a tu madre.
Tu madre está sola, no tiene a nadie en el mundo excepto a ti. Si la abandonas en su vejez, no puede justificarse.
Tu madre es tu otra hija.
Tal vez tengas algunos momentos de paz en tu vida una vez que la abandones, pero nunca tendrás un sueño tranquilo.
Lo que le aconsejé, tal vez pocos de ustedes no estén de acuerdo. Pero, si estuviera en su posición, habría hecho lo mismo.
Le dije que hiciera las siguientes cosas:
- Toma el mando sobre la situación. Simplemente no te conviertas en un espectador durante sus peleas.
- Usa tu cerebro, en lugar de emociones. A veces tu esposa tendrá razón, o a veces tu madre sí.
- No tomes partido.
- Nunca permitas que ninguno de ellos controle tu casa. Las cosas se pondrán feas. Tendrás que tomar todos los controles.
- No te guardes de asumir responsabilidades.
- Y lo más importante, conviértete en un puente entre tu esposa y tu madre. Porque no estás en condiciones de dejar a nadie.
Es muy fácil decir que dejaré a la persona que me dirá que deje a la otra. Pero cuando te enfrentas a estas situaciones, todas tus lógicas, experiencias y conocimientos parecen ilógicos.
Una relación es como una casa. Cuando una bombilla se quema, no vas a comprar una casa nueva.
Tú arreglas la bombilla.