Como niños, adolescentes y adultos jóvenes, tenemos dos opciones.
Opción 1. Emular a mis padres por el resto de mi vida y repetir sus malas decisiones.
Opción 2. Comprometerse a hacerlo mejor.
Mi infancia tardía y los primeros años de mi adolescencia fueron bastante horribles. Pasé por cosas y tomé decisiones que ningún niño debería tener. Observé a los padres que idolizaron y amé que de repente cambiaron para lo peor y descendieron por una década de espiral de autodestrucción. Me arrastraron con ellos (no tenía elección ya que era un niño) y durante muchos años después de que me mudé, estaba resentido. A día de hoy, sigo trabajando en mi cinismo y en la desconfianza hacia los demás.
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Sin embargo, esas terribles experiencias no me definen. Son parte de mi vida. Probablemente hayas oído hablar de “hacer limonada con limones”. Es una frase exagerada pero, sin embargo, bastante cierta. Vivir sin hogar y vivir con alguien atrapado en el abuso de drogas me dio la oportunidad de llegar a personas que de otra manera me verían como ingenua y sin simpatizar con su situación. Ahora puedo sentarme y hablar con el indigente pidiendo comida, entregarle una manta o algo de ropa y decir: “Te entiendo porque sé cómo es”.
Yo diría que usted está en una excelente posición para ser un día el mejor padre que su familia haya conocido. Tu padre parece tener momentos de claridad en los que ofrece buenos consejos y otros momentos en los que falla miserablemente. La paternidad es dura. Él no nació siendo padre. Era un niño igual que tú y después de eso, era solo un tipo que lidiaba con esta cosa a menudo muy difícil llamada vida.
Puedes amarlo, ser respetuoso y comprometerte a hacer mejor con tu vida de lo que él ha hecho con la suya. El deseo de todo padre (espero) es que sus hijos se desempeñen mejor que nunca.
Mi último consejo es que se siente y converse seriamente con él sobre las cosas dolorosas que dice. Si conozco su tipo de personalidad tan bien como creo, le recomendaría que NUNCA use un tono acusatorio. Eso lo pondrá en una posición defensiva y se acabó el juego en ese punto. Explica amorosamente lo que él está haciendo como lo harías de un adulto a otro. El corazón a veces entiende mucho más claramente que la mente.
El amor lo conquista todo.