Este es realmente un gran desafío, más aún cuando las creencias no solo son diferentes (por ejemplo, un bautista y un católico) sino también contradictorias (un cristiano y un ateo).
Es posible vivir en armonía siempre y cuando no intentes convencerte unos a otros y dejar espacio para lo que la otra persona sienta necesario (por ejemplo, ir a la iglesia).
Diferentes perspectivas hacia la vida tienen el potencial de grandes problemas. ¿Dónde vivimos? ¿Qué del trabajo? ¿Dinero? ¿Cómo debemos criar a nuestros hijos? … para todas estas preguntas prácticas necesitarían soluciones con las que todos los miembros de la familia puedan vivir.
Si la diferencia es entre padres e hijos, los padres deben aceptar la opinión de sus hijos en crecimiento. No pueden obligarlos a ver el mundo como lo hacen, pero ambas partes deben respetar al otro.