1. Honra a tus hijos. Comprenda que son seres individuales con sus propios sentimientos, pensamientos y opiniones, y que merecen ser tratados con respeto, incluso cuando no están de acuerdo.
2. Cuida a tus hijos. Abrácelos, abrácelos, déjelos dormir en su cama (si todos quieren). Déjalos embarrados cuando llueve, y ponlos al sol cuando brille. Aliméntalos con alimentos saludables desde el principio, y ni siquiera sabrán que se están perdiendo hasta más tarde. Llévelos al médico y asegúrese de que reciban sus vacunas.
3. Anima a tus hijos. ¡Que falle con seguridad en tu presencia! Aprendemos de los errores, evitamos el castigo y damos tiempo para aprender de las experiencias. Deje que aprendan a verter derramando, que aprendan a cocinar haciendo un lío.
4. Habla con tus hijos. Desde el primer día (o antes), habla con ellos, narra tu día. Hable con otras personas frente a ellos, así es como aprenden el idioma. ¡Haz pausas para que ellos también respondan! Léeles incluso si crees que no entienden. Evite usar la televisión como una niñera, ya que no les ayuda a aprender el idioma.
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5. Escucha a tus hijos. Incluso antes de las palabras, si está en sintonía con su bebé, notará cómo se comunican. Déjalos. Ya sea que estén comunicando dolor, hambre, miedo a través del llanto o alegría al sonreír; escúchalos. Decirle a un niño que se “calle” le enseña que no solo a usted NO le importa, sino que se sentirán avergonzados incluso por tener emociones. Aprenderán a presionar esas emociones por temor a molestarte. Déjalos llorar si necesitan; ¿no es mejor llorar a alguien que amas que dejarte llorar solo?
6. Respeta a tus hijos. Demuéstrales respeto nunca forzando tu voluntad sobre sus pequeños cuerpos simplemente porque eres más grande. (A menos que estén en peligro inmediato, por supuesto). Enseñe al respeto dándole primero, permitiéndoles privacidad, permitiéndoles expresar sus propias creencias sin temor al castigo, nunca entrometiéndose en sus cuerpos, y enseñándoles a respetar los derechos, sentimientos y cuerpos de otros.
7. ¡Cuídate! Tómese el tiempo para recargarse y refrescarse. ¡Esto no solo le ayuda a acercarse a la crianza renovada, sino que también les muestra a los niños cómo pueden cuidarse a sí mismos cuando lo necesitan!
8. Deja que tus hijos tengan poder. Tan jóvenes como sea posible, que tengan opciones. Permítales tener una voz, y permítales tener algo que decir en sus vidas. (¿Taza roja o taza azul?) Discuta mejores formas de manejar situaciones que surjan en el futuro. Lluvia de ideas, que les permite dar ideas o ideas y soluciones a los problemas que comparte.
9. No insistirás en la obediencia. ¿Quiere que comprendan lo correcto de lo incorrecto y que puedan tomar decisiones por su cuenta? Entonces déjalos vacilar con seguridad, sin juicio, vergüenza o castigo. Cuando exigimos obediencia, les estamos diciendo a nuestros hijos que no tienen derechos, ni poder, ni valor. Esto resulta en adultos que no pueden manejar la toma de decisiones.
10. ¡AMA a tus hijos! No tienes que ser “perfecto”, tampoco los niños. Ámalos por quienes son como individuos únicos. Ámalos simplemente porque existen, no por ningún logro que hayan logrado o por la tarea que hayan cumplido, sino simplemente porque SON.