Los bebés chimpancés se aferran a sus madres por instinto, lo que les permite caminar y recolectar alimentos.
Los bebés humanos no soportan su propio peso al aferrarse. La madre no podría alimentarse a sí misma y al bebé si tuviera que llevarla a todas partes.
Y los bebés humanos son pesados. Más del doble del peso de un chimpancé de la misma edad.