Mi hija tuvo una cita para jugar con un niño cuya madre creía que debería cultivar sus libertades para ingresar a la sociedad de una manera positiva. En resumen, NUNCA fue disciplinado. Ese niño estaba por todas partes cuando llegó mi turno de organizar la fecha de juego. La última vez que lo dejé en mi casa, él consiguió una pelota de golf y la arrojó por toda la casa, a las paredes, haciendo abolladuras redondeadas dondequiera que iba. Rompió una lámpara costosa, pero lo peor que hizo fue tomar la pelota de golf y tirarla a través del estante de curiosidades de mi reloj de abuelo. Durante años había anhelado ese reloj y ahora estaba destruido. Afortunadamente mi hermana estaba conmigo, o podría haber estado contando esta historia desde la prisión.
Finalmente le dije a la madre del niño que ya no podía aguantar más su mal comportamiento y hasta que no te retires y llames a un hijo, no participaré en este programa. Poco a poco otras madres hicieron lo mismo, hasta que ella fue la única participante.