El problema no es que el término sea usado en exceso. El problema es que la palabra no tiene sentido.
Desde un punto de vista práctico, ¿cómo conseguimos detener un comportamiento no deseado e inapropiado? Necesitamos definir cuál es el comportamiento que queremos detener. La palabra bullying no tiene sentido en este contexto. Se refiere solo a una clasificación general de comportamiento y puede significar cosas diferentes para diferentes personas.
Sin embargo, si tuviéramos que decir, llamar a alguien un nombre no está bien. Empujar a un compañero de trabajo no está bien. Amenazar a un compañero de clase no está bien. Ese nivel de especificidad ayuda a que todos comprendan que no es el impacto o la intención el problema, sino el comportamiento en sí mismo.
Este enfoque también ayuda a evitar el problema de los matones que racionalizan su comportamiento. No acosé a esa persona, solo estaba haciendo payasadas. Que es sobre la intención. Si, en cambio, se trata de una conversación (no está bien tirar el almuerzo de alguien al piso) es más difícil para un matón minimizar su mal comportamiento.
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Una vez más, el problema no es que el abusador sea usado en exceso. El problema es que no es lo suficientemente específico cuando se trata de casos reales de acoso escolar.