Decir honestamente, la crianza de los hijos no es una práctica, es una experiencia de aprendizaje que mejora con cada día que pasa. Por lo tanto, no hay nada relacionado con la crianza de los hijos, que las personas no conozcan, pero hay muchas experiencias comunes por las que pasan los padres al enfrentar a sus hijos en la adolescencia.
Durante la adolescencia, un niño no solo experimenta numerosos cambios en términos de hormonas y anatomía, sino que también aprende a obtener ideas y formarse opiniones sobre lo que está sucediendo a su alrededor. Paralelamente a lo que experimentan los adolescentes; los padres tienen sus propias dificultades para manejar, incluyendo abordar los cambios de humor del niño, las demandas injustificadas y las consultas sin filtro.
Afortunadamente o desafortunadamente, ni los niños, ni los padres pueden tener una salida fácil de esta fase. Sin embargo, los esfuerzos en ambos extremos pueden hacer que la experiencia sea gratificante. Incluso estamos de acuerdo en que los padres tienen un papel más importante que desempeñar en esto porque solo cuando lideran con el ejemplo ellos mismos, se puede motivar a un niño a seguir sus pasos. Sin embargo, lo que sigue siendo un hecho es que no hay un único consejo mágico para hacer de la relación entre padres e hijos un ejemplo ideal, debido a las diferentes necesidades de los adolescentes y las diferentes formas en que los padres piensan y actúan.
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Aquí hay algunos puntos de conflicto con los que todos los padres y adolescentes podrían relacionarse:
Independencia y control: con nuevos pensamientos e ideologías, los adolescentes están ansiosos por explorar y experimentar. Sin embargo, al ser conscientes de las picaduras y caídas, los padres tratan de proteger a sus hijos, lo que los adolescentes perciben erróneamente como “control”.
Expectativas: El choque de expectativas también es inevitable. Mientras los padres esperan que sus hijos sobresalgan en la escuela con calificaciones excepcionales, los adolescentes esperan que sus padres sean más liberales y comprensivos. No siempre se puede salvar esto, pero sin duda hay una posibilidad.
Dicho esto, deseamos volver a enfatizar el hecho de que, como en cualquier relación, incluso una relación padre-hijo exige la aceptación de las diferencias para que sea saludable. Por lo tanto, incluso los adolescentes deben ser informados o educados a través de medios informales sobre la importancia de confiar en sus padres para las decisiones que toman.
Además, los padres y los adolescentes deben optar por asistir a seminarios juntos, que pueden ayudarlos a mejorar sus vínculos. De hecho, los terapeutas y consejeros incluso deben aconsejar a los niños sobre formas que puedan ayudarlos a lidiar con los cambios que están experimentando. Estos pequeños pasos en realidad pueden contribuir de muchas maneras cuando se trata de cerrar la brecha generacional y hacer que la relación padre-hijo sea una experiencia preciada.