Si sientes que debes hablar con ellos, tienes la libertad de hacerlo, pero si no sabes qué decir, probablemente sea mejor que lo dejes solo.
No hay ninguna convención social que obligue a que digas algo a ellos. Si tuvieras algo que tuvieras que decir, sabrías qué era. Simplemente lo dejaría ser y permitiría a todos curarse.