Vamos. ¿Quién no quiere ser el jefe? ¿Quién preferirías ser? El CEO de la oficina de la esquina o el
Ser mandón es una tendencia humana, probablemente con algunos mecanismos genéticos subyacentes que transmiten la tendencia de generación en generación. Cuando los humanos están en una posición de poder, usan ese poder para satisfacer sus propósitos.
Muchos padres realmente creen que mandan a sus hijos en la medida en que lo hacen por el bien de los niños. Quieren socializar a sus hijos, prepararlos para la vida e imbuirlos de los valores “correctos”. Dirigen a los niños para protegerlos de su ignorancia, impulsividad y curiosidad, que en conjunto pueden llevar a resultados indeseables.
Sin embargo, no estoy de acuerdo con la idea de que el razonamiento no funciona como una estrategia de socialización efectiva, al menos cuando se realiza dentro del contexto de una sociedad que permite una mayor expresión de la individualidad. Hay un par de puntos enterrados en esa oración demasiado larga.
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Primero, si usa la razón y la combina con el uso estratégico de las consecuencias positivas y negativas, descubrirá que puede hacer que los niños actúen de la manera en que deberían actuar, o al menos de la forma en que usted quiere que actúen, una gran trato del tiempo. Es gestión de contingencias. No es ser mandón. Está siendo claro acerca de todas las cosas buenas que sucederán cuando sus hijos actúen de la manera que usted quiere y les informará sobre los resultados menos deseables que resultarán si cumplen con las reglas. Cuando se hace de una manera positiva y amorosa, los niños naturalmente harán lo que crea el mejor resultado para ellos mismos. Como buen gerente, les ayuda a lograr resultados positivos por sí mismos. Entonces, no actúes como un jefe, actúa como un buen gerente. Si bien muchas empresas bien administradas obviamente cultivan la productividad, también fomentan la innovación, la libertad de expresión, la individualidad y la iniciativa personal. Si le gustaría ver esas cualidades en sus hijos, no actúe con autoridad.
En segundo lugar, sugerí que esta estrategia no mandona puede ser efectiva, particularmente en una sociedad que fomenta la individualidad. En una sociedad autoritaria que enfatiza el castigo severo y la estricta adhesión a reglas limitadas y específicas, los niños aprenderán a cumplir, así como a actuar como agentes de principios autoritarios. Se podría argumentar que un espíritu libre puede no adaptarse bien en una sociedad así. En una sociedad que permite o fomenta una mayor individualidad y expresión de libre albedrío, un niño que crece en un hogar bien administrado pero menos mandón será más adecuado para explorar diversas formas de expresar su individualidad.