Si el matrimonio fuera fijado por el destino, no habría divorcios. O eso, o “destino” sería extremadamente caprichoso y cruel . Creo que es bastante obvio que las personas eligen a su pareja matrimonial y, a menudo, toman malas decisiones en el proceso . Uno solo tiene que considerar los matrimonios fallidos de estrellas de cine y otras celebridades, aunque no son, por supuesto, los únicos cuyos matrimonios fracasan.
Dicho esto, es importante añadir una advertencia. Al elegir un compañero de matrimonio, una persona está influenciada por una serie de factores que están fuera de su control consciente . El motivo por el que nos sentimos atraídos a menudo está determinado por nuestras experiencias de vida, especialmente nuestras experiencias en la infancia y nuestra relación con uno de nuestros padres o con ambos. A menudo, puede que no seamos conscientes de estas influencias psicológicas. En la medida en que estas influencias son inconscientes, la elección está restringida y, por lo tanto, no es completamente libre . Algunos pueden argumentar que esto es, de hecho, “destino”, ya que no podemos elegir nuestras experiencias de vida o nuestros padres o el tipo de relación que tenemos con ellos.
La elección de un compañero de matrimonio también está determinada en gran medida por la biología . La biología nos predispone a elegir un compañero de matrimonio que nos parezca biológicamente apto para ser el padre o la madre de nuestros hijos. Uno podría, por supuesto, tomar la posición de que la biología es el destino . Sin embargo, los dictados de la biología a menudo se anulan en muchos casos (como se verá en el párrafo siguiente). Una persona puede sentirse atraída biológicamente por una persona, pero termina por casarse con otra completamente, por razones que no tienen nada que ver con la biología.
Como se sugirió en el párrafo anterior, la elección de un compañero de vida puede no tener nada que ver con la atracción (ya sea psicológica o biológica), pero puede estar determinada por preocupaciones utilitarias , como la promesa de una vida mejor, escapar del control parental o alguna de esas consideraciones prácticas. Una proporción significativa de los matrimonios son (y han sido) matrimonios de conveniencia , es decir, matrimonios que se consideran beneficiosos de alguna manera práctica para una o ambas partes.
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En última instancia, el matrimonio es una institución social y está controlado por fuerzas sociales complejas. El destino no tiene nada que ver con eso, suponiendo, por supuesto, que existe, de hecho, algo así como el “destino”.