Yo: cariño te crié bien? ¿Estás feliz? ¿Hice un buen trabajo?
Mi hijo: lo hiciste muy bien, mamá, excepto una cosa. No me preparaste para lo malvadas que podrían ser las personas.
Esa conversación surgió entre mi hijo y yo hace unos 12 años.
Compáralo con la conversación que tuve con mi madre cuando tenía 12 años.
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Yo: mamá, ¿por qué papá es tan malo con nosotros?
Mi madre: Él está tratando de prepararte para el mundo.
En ambas conversaciones, me quedé sin palabras. Cuando mi madre dijo las palabras que hizo, juré que nunca le haría eso a mis hijos.
Luego, cuando no lo hice, y les mostré a mis hijos lo que era la bondad, casi se consideraba una falta en la crianza … un tipo de omisión.
Fue entonces cuando me di cuenta de que no hay nada que podamos hacer para preparar a nuestros hijos para la crueldad. El mundo enseñará estas lecciones muy pronto. Nuestros hijos necesitan padres a los que siempre puedan acudir, sin importar su edad, con quienes puedan contar para su amabilidad. No necesitan una familia a la que temen.
Si hay un mensaje principal que debemos inculcar en nuestros hijos, es establecer límites y amarse lo suficiente como para valorar sus propias vidas. Deben darse cuenta de que nunca deben tolerarse o rodearse de personas o grupos de personas que no promuevan ni muestren amabilidad.
Pero primero, nuestros hijos siempre deben tener un hogar donde la bondad sea, y sea, el mejor ejemplo y regalo de nuestro amor.