Según la ciencia, el desarrollo más importante del cerebro de un niño son las funciones ejecutivas y la autorregulación .
Las funciones ejecutivas son el controlador de tráfico aéreo en nuestro cerebro. Los tres componentes principales son: memoria de trabajo, control inhibitorio y flexibilidad mental. Estas funciones nos ayudan a determinar a qué prestar atención, cómo controlar nuestro comportamiento, cómo recordar lo que hemos aprendido y cómo adaptarnos a los cambios en la vida.
Estas cosas no dan forma directamente a la personalidad de un niño, pero sí las consecuencias de tener o no tener estas habilidades.
Por ejemplo, si un niño no tiene el control inhibitorio para turnarse, no puede jugar bien con otros niños y no tendrá muchos amigos. Los resultados pueden ser tener baja autoestima o comportamiento antisocial.
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La autorregulación es nuestra capacidad para regular las emociones. Afecta cómo podemos volver emocionalmente a la línea de base después de un evento perturbador en lugar de fundirnos.
Si un niño no puede autorregularse, sufrirá frecuentes crisis y rabietas, lo que afectará significativamente su relación con sus padres. Para tratar de controlar el comportamiento del niño, los padres pueden recurrir a acciones disciplinarias más punitivas que, según la investigación, pueden dar como resultado problemas más externos (de comportamiento) o problemas de interiorización (mentales).
Los niños pequeños que no pueden controlar sus emociones también tienen más probabilidades de estar molestos o de golpear a otros cuando hay desacuerdo. Son menos competentes socialmente y tienen menos amigos, lo que nuevamente afectará el desarrollo de su personalidad.
Aquí hay dos videos del Centro para el Desarrollo del Niño en la Universidad de Harvard. Sobre la importancia de las funciones ejecutivas y la autorregulación.