Desorden, negación, duda y sorpresa.
Olvidando la tarea en la escuela. Errores descuidados y desorganización en el trabajo. La gente me dice que soy entusiasta, hiperactiva, impaciente y con un período de atención corto.
No pensé que nada de esto requería una visita al médico. Así que me metí en una dieta de baja autoestima, bebida periódica, antidepresivos prescritos de vez en cuando y determinación. A los 40 años, me di cuenta del TDAH en adultos, así como en niños. Mis experiencias coincidieron con los síntomas, pero negué la posibilidad.
Después de otro episodio de sentir lástima por mí mismo, mi médico de cabecera me remitió a un consejero. En el pasado, había encontrado esto útil para otros temas relacionados. Fue descabellado, pero planteé la posibilidad de TDAH con el consejero. Después de la selección inicial, me pusieron en una lista de espera del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. Cuatro meses después, tuve mi primera cita con un especialista en TDAH en un hospital de Londres. Esperaba que descartara el TDAH, pero que en su lugar ofreciera asesoramiento dirigido.
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Pero lo que ocurrió a continuación me sorprendió por completo.
En la primera reunión, el médico del TDAH observó síntomas que lo llevaron a estar “bastante seguro” de que tenía un trastorno del espectro autista (TEA). Finalmente acepté su oferta para ver a sus colegas que luego me diagnosticaron TEA.
Al final de la segunda reunión de TDAH, me diagnosticaron un tipo de TDAH combinado y me medicaron con metifenidato. He tomado 72 mg de Concerta casi todos los días desde enero de 2015.
Mi historia de TDAH también es una historia paralela inesperada de comborbilidad del trastorno del espectro autista. Nunca había escuchado la palabra hasta que me fue explicada y mis circunstancias.
Ahora entiendo mejor el impacto del TDAH y el TEA en mi vida. El TDAH es ingobernable y entusiasta. ASD es la lógica interna.
El TDAH puede ser difícil de controlar con las ganas de hablar fuera de turno o el inicio rápido del aburrimiento o las distracciones. La medicación ayuda. Junto con el TEA, siempre está ahí.
El TDAH y el TEA pueden y deben gobernar mi vida. Pero no quiero que me conozcan. Me concentro en los síntomas, no en las condiciones. Y trato de tener buen humor cada vez que me llevo o haciendo una broma social o me veo desesperado por estar al frente de la fila. Tengo años de práctica no diagnosticada.